La compañía argelina de hidrocarburos Sonatrach firmó un memorando de entendimiento con la petrolera boliviana YPFB para reforzar la cooperación en los campos de la energía, explorar oportunidades de inversión y asociación.
La compañía argelina de hidrocarburos Sonatrach firmó un memorando de entendimiento con la petrolera boliviana YPFB para reforzar la cooperación en los campos de la energía, explorar oportunidades de inversión y asociación así como el intercambio de experiencias, informó la parte argelina en un comunicado.
La ceremonia de firma tuvo lugar este sábado al margen de la VII Cumbre del Foro de Países Exportadores de Gas (GECF), celebrada durante el fin de semana en la capital argelina, que congregó a una decena de jefes de Estado, entre ellos, el de Irán, Catar y Bolivia.
“Este memorando se inscribe en los esfuerzos de Argelia para aplicar las recomendaciones del Foro destinadas a reforzar la cooperación entre los países productores de gas natural”, concluyó el comunicado.
El director general de la empresa argelina, Rachid Hachichi, recordó en una rueda de prensa que la producción nacional de gas natural licuado (GNL) se situó el pasado año en los 30.000 millones de metros cúbicos, aunque su capacidad podría alcanzar los 56.000 millones, mientras que sólo se ha explorado el 47% de la superficie total del territorio.
Por su parte, la renta petrolera de Bolivia pasó de 3.000 millones de dólares en 2022 a 2.000 millones el pasado ejercicio.
El Gobierno está preocupado por el declive del sector, que podría suponer la parálisis de las exportaciones e incluso la posible obligación de comprar esta materia para abastecer su propia demanda.
En la declaración final de la cumbre bianual, los participantes condenaron las restricciones económicas “unilaterales sin aprobación previa” del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y destacó el “deber” de proteger las infraestructuras de energía, que están siendo atacadas.
Además destacaron el papel del gas en la reducción de la pobreza energética, con una mención especial en los países africanos, y apostaron por un mayor uso en los mercados domésticos e internacionales, así como en la industria petroquímica y química, incluida la producción de fertilizantes para garantizar la “seguridad alimentaria”.
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